Hace muchos, muchos años, mi costumbre de curiosear en las cosas abandonadas era igual o más intensa que ahora. De entre los escombros sobresalía una estriada, oscura y verdosa botella rodeada con el dibujo de una cascabel. Algo me dijo que en su interior se guardaba un genio, así que secretamente frotaba día tras día la verdosa botella. Frotaba e inquiría, "vamos, vamos, hazte presente mago vidrioso, que te pediré un imposible y veremos si eres capaz de cumplirlo".
Cansado o aburrido el genio vidrioso hizo sonar el cascabel de la serpiente y apareció. Incrédulo, pesado, pesadito, mortal, ya estoy aquí. Pídeme lo que quieras y pronto me vuelvo a mi vidrioso cubil. Me quedé en blanco tanto tiempo esperando... "Vamos, vamos, que no tengo todo el verano", apremió el mago.
Sea, dije: "Hazme alto y bajo, feo y guapo, bueno y malvado, fuerte y frágil, alegre y triste, pobre y rico, equilibrista y portón, soñador y taciturno, niño y viejo, vivo y muerto a la vez". Sonreí burlón y espeté pensando que todo ello sería imposible. "Je,je,je, a ver si eres capaz de concederme todo eso... anda, genio vidrioso". "Mmmm, sea", dijo el mago. "Todo todito será concedido pero en varias etapas". El cascabel sonó de nuevo y, caracoleando en espiral, se volvió a su cubil.
El genio vidrioso se valió de una maravillosa maga que, cuando caminaba, a mí me parecía que se deslizaba sobre láminas de hielo, sin ella el genio nada habría consegido. A través de la maga se cumplieron todo los imposibles. Treinta años se cumplen desde que llegó la niña más hermosa y mofletuda con los labios que al tensarlos con mi enorme índice producían el bachc, bachc, bachc más bonito jamás oído.
Poco tiempo después, llego tu hermana y la "fiesta de las cosas sencillas, las manos limpias, y el alma buena" se instauró en nuestras vidas.
Ya lo creo que el genio me concedió todos mis imposibles, incluso el más imposible de todos. Morir y seguir viviendo, me iré pero no del todo, vuestra cara, vuestros ojos, vuestros recuerdos son algo mío. Viviré en vuestras vidas, en vuestras aventuras, en el ímpetu y las travesuras de Óliver.
El genio me susurró que te doblaría la edad por segunda vez y aunque ariméticamente es otro imposible, en sueños me ha dicho que a partir de mis sesenta cumpliré un año de los recuerdos más el de la vida real. Cuando tu llegues a mis sesenta, yo tendré noventa, más los treinta de los recuerdos. Ciento veinte. No sólo te doblaré la edad por segunda vez, también se la doblaré a Óliver.
Felicidades hijoas y nieto y gracias por hacerme fuerte y frágil, alto y bajo, pobre y rico, bueno y malvado, vivo y vivo.
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