Postal Navideña 2011

En el confesionario rodante donde realizo mi trabajo los viajeros te cuentan retazos de sus vidas, de sus aconteceres, cómo son, cómo piensan y con esos hilos y un poco de fantasía hilvano la felicitación, el relato, el cuento, el milagro navideño, que me sirve para pasar en la distancia un rato junto a la familia. El de este año, tal como lo he vivido, os lo cuento.

La viajera de rostro afable envejecido por los años levantó el brazo y, casi antes de subir al taxi, me indicó la dirección.

- A la comisaría más cercana. Rápido, que tengo que denunciar, que me han robado, que me han birlado de un tirón todo, todo lo que tenía en mi bolso y, para colmo, acababa de cobrar mi mísera pensión. Maldito ladronzuelo, me lo ha robado todo, todo...
- Calma, señora, calma… Que si le han robado… Señoraaaa, señoraaaa, ¿cómo se llama usted?
- Abizanda Abuñol Abejondo.
- ¡Caray, su nombre y apellidos tienen las iniciales de la triple A!
- Je, je, je, o la triple B.
- Señora Abizanda, si le han dejado sin blanca, ¿con qué dinero me va a pagar el taxi? Pues usted no dispondrá de tarjeta de crédito.
- Pues ahora que lo dice, ni de crédito, ni de plástico, ni del otro, pero como estamos en Navidad...
- Ya, lo del espíritu navideño y lo de ayudar al prójimo... Ya, ya... Y, ¿le han robado mucho? Pues si en su bolso sólo llevaba calderilla no merece la pena denunciar.
- Sí, sí, de calderilla nada, me han robado mucho, muchísimo. Toda mi pensión: mis 580 pavos, que para mí es un “caudalazo”. Así que si usted tuviera la bondad de acercarme a la policía...
- Señora, no se preocupe, iremos a la comisaría, pero quizá sea mejor llevar a cabo una idea más eficaz que la de la denuncia. Además, como estamos en unas fechas tan entrañables, puede que el espíritu navideño le solucione el problema antes que la buena y eficiente policía española.
- ¿Y qué idea es esa?
- Las fechas son ideales. Le escribiremos una carta al que va a nacer, al Niño Jesús. Le contaremos lo ocurrido. ¿Usted será buena cristiana y buena católica, no?
- Claro caballero, soy muy buena, soy románica, apostólica, y católica, o al revés, como se diga.
- Católica, apostólica y romana, señora Abizanda.
- Pero, ¿esa carta quién me la escribirá? Pues mi cabeza no está para escrituras y menos a un ser tan importante como es el Niño Dios.
- No se preocupe, que yo mismo se la escribo. Necesito saber si usted tenía pensado ayudar a alguien con lo que le sobrara de lo sustraído.
- Lo de “sustraído” lo retiramos, a mí me lo han lo robado. Con ese dinero no es que pensara ayudar, es que ya iba a comprar las viandas para invitar a tres amigos a cenar en mi casa en una de las noches más bonitas y enigmáticas del año. Dependiendo de las edades y de las circunstancias, la Nochebuena encierra todo el azul de la infancia y el gris de las ausencias y de los recuerdos, mucha alegría y, a la vez, bastante tristeza.

Con esos detalles hilvané la siguiente carta dirigida nada menos que al Niño Jesús.

“Querido Niño Jesús: yo siempre he sido buena cristiana y siempre he cumplido los mandamientos de la Ley de Dios. Dentro de mi pobreza he ayudado a mis semejantes, no he deseado ningún mal a nadie. Así que tú que lo sabes todo, seguramente sabrás que un pillo de los muchos que hay, un hijo de Satanás, un hijo de ‘malaaa maaadrreee’… Perdóname, Niño Dios, pero es que estoy muy, muy cabreada y no sé lo que me digo. Bueno, pues ese pillo se llevó de un limpio tirón mi bolso con mi recién cobrada pensión, 580 euros. Tú sabes que todos los años invito a cenar a mis pobres amigos y que con ese pequeño gesto pasamos una noche muy agradable a la vez que celebramos juntos la Nochebuena. Ignoro la forma pero yo estoy segura de que Tú te las apañarás para que antes de ese día esta buena cristiana pueda disponer de los 580 euros y así poder, como todos los años, festejar con mis amigos la cena en honor a tu gran noche. Agradecida siempre pero eternamente agradecida si me hicieras llegar los 580 euros”.

La carta fue depositada en el mejor de los buzones de correos. Miro a mi nieta Amaya y la imaginación vuela detrás de la epístola. Al igual que esta que tenéis en vuestras manos, la carta fue a parar a la sección 25 de correos (conocida también por “la sección, fun, fun, fun”. El empleado miró la dirección de destino que decía, simplemente, “Querido Niño Jesús”. El remitente, sin embargo, estaba completo: “Abizanda Abuñol Abejondo, C/ Portal de Belén, 25. Madrid. 3805”.

El empleado arqueó las cejas, dio media vuelta a la carta, y, tras volver a leer la dirección, arrugó el hocico y preguntó de repente: “¿Alguno sabe dónde vive el Niño Jesús?”. Las bromas y las risas estallaron por toda la sección fun, fun, fun. “Mucha broma, mucha guasa, pero la dirección de esta carta sólo dice ‘Querido Niño Jesús’”. El jefe de la sección preguntó si tenía remite. “Sí, sí, lo tiene”. “Pues devuélvela, o mejor abrámosla a ver qué dice”, concluyó.
El jefe la leyó en voz alta y, a medida que lo hacía, el espíritu navideño saltó como un resorte. Una de las empleadas, con voz entrecortada, dijo: “Yo no tengo mucho, pero aquí están mis diez euros. Yo no dejo a esa pobre mujer sin la ilusión de que pueda cenar en compañía de sus amigos y mucho menos en Nochebuena”. “Ni yo, ni tampoco yo”, y así uno tras otro consiguieron reunir el dinero, que fue introducido en un nuevo sobre y trasladado por vía de urgencia a la calle Portal de Belén, 25, la residencia de Abizanda Abuñol Abejondo.

Poco después, la señora abrió la carta y, emocionada, contó el dinero una y otra vez. Sin embargo, su emoción se trocó en estupor. Solicitó de nuevo mis servicios de escribano y, esta vez, mi buena y cabreada Abizanda me dictó lo que sigue: “Querido Niño Jesús: te quedo muy agradecida por tu rapidez en retornarme el dinero que me robaron. Pero has de saber que aquí en la tierra y, sobre todo, en Madrid, sigue habiendo mucha picaresca y mucha manita amiga de lo ajeno. No estaría de más que te dieras una vuelta por la sección 25 de correos, esa que llaman “la fun, fun, fun”, pues ellos y sólo ellos se han quedado con los 58 euros que faltan de tu gentil y admirable acción. Sepa querido Niño Jesús, que las madres de los empleados de correos serán unas santas, pero a ellos hay que echarles de comer aparte. La señora Abizanda nunca cargará contra la inocencia del Niño Jesús y mucho menos en estas fechas tan entrañables que aprovecho para desearos la misma felicidad y alegría que tiene la Sra. Abizanda y sus buenos amigos, incluso los de la sección fun, fun, fun de correos”.

2 comentarios:

  1. Muy bueno papá, tan ingenioso como siempre!
    Mónica

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  2. Eres único primo,sigue así y no cambies.
    José Antonio montero.

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