Una fábrica con corazón

— Abuelo, ¿sabes si le ha pasado algo al abuelo de Abelardo, Juan y Enrique?
— ¿Te refieres al Sr. Elías el de Todoque, el pueblo de la Isla Bonita que allá por el año 2021 quedó engullido por el Volcán de Cumbre Vieja?
— Sí, a ese me refiero. Es que Abelardo y sus hermanos llevan tres días sin venir a la escuela; seguramente no vienen porque el abuelo debe estar enfermo y no puede acompañarlos.
— También puede ocurrir que sean los niños los que están enfermos.
— No sé, seguro que le pasa algo al abuelo. Acuérdate de cuando tú estuviste con aquella gripe tan mala y contagiosa… ¿Cómo se llamaba?

¡Ah, sí, COVID-19, la famosa gripe del año 2020! Todavía 46 años después siguen entre nosotros algunas cepas mutantes que se burlan y se ríen de las vacunas.
—De todas formas tenemos suerte, porque hoy ya es viernes y seguramente el lunes veremos de nuevo al Sr. Elías y a sus tres nietos.

— Abuelo, ya es lunes y tampoco hoy han venido ni los nietos ni el abuelo.
— Es verdad, ni mis amigos ni yo le hemos visto el pelo este fin de semana, algo debe suceder. Esta tarde iremos a su casa. ¿Te parece bien?
— Sí, tengo ganas de saber qué ha pasado y, sobre todo, a quién le ha pasado. Espero que no estén todos enfermos.
— ¿Cómo todos?
— Pues… todos, los padres de los niños, la abuela Eulalia, el abuelo Elías… viven todos en la misma casa.
— Hombre, no seas agorero, y debe ser una casa muy grande para vivir todos juntos.
— Sí, la casa es enorme y muy divertida: hay sitio para todos y con un patio enorme, a mí me gusta mucho ir a jugar allí.

El Sr. Elías y su mujer Eulalia no habían olvidado ni un solo detalle de la casa que ellos mismos, con sus propias manos, habían construido. La casa en la que vivieron, la casa en la que nacieron sus tres hijos, en la que estuvieron hasta 2021, segundo año del Coronavirus, cuando la población había conseguido la inmunidad de rebaño. Justo el 17 de septiembre de 2021 el volcán de Cumbre Vieja reventó con una gigantesca erupción, primero una boca, luego otra más hasta seis bocas echando lava, montones y montones de lava y ceniza y, en menos de tres días, el hogar de Elías y Eulalia, los plataneros, la viña, el corral de las cabras, las gallinas, la corteja de los cerdines, la casita del perro Cartucho, los sueños, las ilusiones y los proyectos presentes y futuros… todo, absolutamente todo, fue arrasado por el volcán de Cumbre Vieja.

Solo tuvieron tiempo de salvar a los animales, las escrituras de la casa, los álbumes de fotos, instantáneas de bodas, bautizos, cumpleaños, fiestas, fotos aéreas de la vivienda, vídeos que mostraban en vivo cómo era su calle, su hogar (y una buena parte del pueblo con la iglesia siempre al fondo), unos cuantos lienzos pintados por Eulalia, más fotos de las vides, los plataneros, las paredes de piedra que cercaban toda la propiedad, y nada más. Todo el trabajo quedó enterrado por un muro de lava de más de quince metros de altura.

Treinta y cinco años de sus vidas habían sido enterrados en tres días.

En el año 2066, cuarenta y cinco años después de la invasión del volcán, la familia de Elías y Eulalia sobrevive en otro lugar. Lo que habrán luchado y por lo que habrán pasado solo ellos lo saben, pero lo que sí sabemos es que consiguieron salir adelante. Cuando el amigo de Abelardo y su abuelo se presentaron en la casa de Elías y Eulalia, comprendieron enseguida por qué los tres niños no acudían a la escuela.

— Verás, mis abuelos se han ido a pasar unos cuantos días a un balneario, ya sabes, por eso de los dolores reumáticos. Y, también, ¿sabes cuál es la ilusión más grande de mi abuelo? La ilusión que tantas y tantas veces nos ha contado, pues nunca desaprovecha la ocasión de hablarnos de Todoque y de la casa que perdieron en el 2021.
—Es verdad, siempre que puede cuenta cosas e historias de aquellos años de sus vidas, y siempre nos pide a los nietos que fabriquemos una réplica a escala pequeña, una maqueta de aquella casa, de aquellas paredes que la cercaban, de los plataneros, de la viña, de aquella calle con la iglesia al fondo.
— El caso es que hace unos meses mandé a la sede central de la fábrica de juguetes LEGO todas las inquietudes y la enorme ilusión que mis abuelos tienen por ver de nuevo aquella parte del pueblo de Todoque, aunque fuera con las dimensiones de las construcciones LEGO, así que les envié copias de todos los vídeos, de todas las fotos, de los cuadros que pintó mi abuela, fotos y fotos del perro, de las cabras, de las gallinas, de todas las cosas que formaron parte de sus vidas.

>> Interiormente pensaba que los de LEGO harían caso omiso a mi propuesta, pero a los de la fábrica danesa les toqué la fibra sensible y justo hace diez días recibimos dos inmensas cajas con todo el material y las instrucciones perfectamente ordenadas para construir todo lo que mis abuelos llevan soñando día tras día, desde aquel fatídico 17 de septiembre de 2021.

Efectivamente, en los días de ausencia al colegio los tres nietos de Elías y Eulalia habían recolocado pieza a pieza aquella casa, habían subido de nuevo la cerca, habían hecho crecer los plataneros, les habían dado vida y alimento a las cabras, a las gallinas, y hasta una réplica exacta del perro Cartucho volvía a pasearse por la propiedad de aquella calle que terminaba en la iglesia y que el Volcán de Cumbre Vieja y su implacable fuego habían engullido décadas atrás.

— Dentro de dos horas regresan los abuelos del balneario y queremos sorprenderles con este regalazo que los de LEGO “altrusistamente” y sin pedir nada a cambio han fabricado para ellos.


Cuando los abuelos entraron en casa y vieron reproducidos todos sus recuerdos en una maqueta de LEGO no daban crédito. Elías el de Todoque, con los ojos brillantes como la lava del Cumbre Vieja, tomó las manos de Eulalia y le susurró al oído: “Esta noche nos tomaremos esa pócima secreta que tú y yo tenemos a buen recaudo, esa que tiene el poder de hacernos pequeñitos como las figuras de LEGO, y podremos entrar de nuevo en nuestra casa, pasearemos otra vez por nuestra calle, por nuestro pueblo, dormiremos en nuestra cama, y los domingos nos aviaremos para ir a misa, y luego tomaremos el aperitivo con los amigos en el Mesón del Indiano que también aparece en este Belén de los amigos de la fábrica de LEGO”.

El abuelo y la abuela Eulalia, sus hijos y sus nietos os desean unas felices fiestas y un feliz año 2067.

Los abuelos Chani y Cele os deseamos unas felices fiestas, y un feliz año 2022.


Cele y Chani
Diciembre 2021
Segundo año de pandemia, volcán y turrones

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