Feliz Navidad 2007

La Navidad es la fiesta de los sentidos. Si miramos las viejas fotografías, nuestro ojo nos colmará de nostalgia, vemos como éramos y lo mucho que hemos cambiado. Miramos a nuestros hijos y muy pronto a nuestros nietos, con un disfraz o corona de rey mago y nuestros ojos se hacen agua, la blanca nieve cada vez más escasa nos devuelve a la más alegre y tierna infancia. Nuestro oído se embota y entorpece, a veces aposta y cuesta demasiado entendernos entre nosotros mismos, pero el murmullo de la lluvia y la algazara de los niños acaricia y sosiega nuestro sentido.

El gusto y el olfato juntos, nos recuerda el humeante cabrito, el aroma del crujiente pan recién horneado, las abrasadoras patatas compuestas con su ajo refrito y pimentón, qué decir de la chanfaina, o las burbujeantes tortitas de masa doraditas en nutritiva aceite de oliva, el eterno puchero de café. Cuánto aroma y cuánto paladar compartido. Nuestro gusto y olfato son menos agudos, pero la Navidad tiene la magia de avivarlos.

¿Que decir del tacto? Tocarnos, sentirnos, achucharnos, lo hacen todos los animales, grandes y pequeños,incluso hasta los que tienen duras y afiladas garras. Imitemos a los animales, achuchemos, acariciemos, toquemos, mezamos la cuna que nunca abandonará nuestro cuerpo. Demos rienda libre al sentido del tacto.

En la fiesta de los sentidos me queda el sexto. El sentido común. Puede que a lo largo de nuestra vida lo perdamos en más de una ocasión. El paso del tiempo demuestra que lo que lo hizo perder era una chorrada como la copa de un pino.
La moraleja de esta felicitación me la dice mi sentido común: disfrutemos de lo mucho que nos dan los cinco sentidos, sin olvidarnos de perder el sexto.
Ósculos y achuchones.

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