Vehículo longo, sabor a Oporto


-¡Buenas, Sr. Welles!
-Ahjahja.
-¿Ha descansado bien, señor?
-Maravillosamente.
-¿Qué le apetece para desayunar?
-Pues creo que unos mantecados y un par de esa pequeñas botellitas de Oporto.
-Bien, Sr. Welles, creo que para un hombre de su peso y de su talento será mejor el pack de las tres botellitas.
-Gran idea, querido Vasco de Gama, usted también tiene sabiduría y, sobre todo, intuición.
-Gracias Sr. Orson.
-Bien, pero creo que no me conformo con un simple "gracias-gracias". Le necesito a usted en mi equipo; creo que juntos conseguiremos grandes y magníficas películas. ¿Que me contesta, amigo Vasco?
-Lo siento Sr. Welles. Si usted se queda y se nacionaliza ciudadano portugués, me tendrá para siempre a su servicio.
-Jo, jo, jooo, ja, jo... Magnífica y sutil fómula de decir que sí y no a la vez. Es usted un genio, un genio, querido Vasco de Gama.
-Yo, Sr. Welles, yo siempre estaré aquí y usted siempre será bienvenido.
-Gracias, amigo Gama.

Moraleja: a mamá y a papá nos ha encantado el Oporto de matices fuertes y suaves a la vez. El paladar recordará su sabor incluso cuando viajemos a Salamanca y veamos el popular "vehículo longo".

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