El abuelo guardián

Te vi en la borrosa y laberíntica ecografía
te sentí en la cálida entraña de mamá
"arrebujadito" entre las sábanas de la cuna.

Te veo en tus sueños de blanca niebla y emboscada
en la huidiza mirada de los gatos
en el arco que deja el vuelo de los pájaros
en las nubes de fuego que arrastra el viento.

Te veo en la espiral del caracol
en la sombra de los sauces y alisos
que bordean el piélago.

Te miro en la frágil hermosura de las rosas
en la misteriosa patria de tu infancia.

Te sigo en tus primeros y bamboleantes pasos
en la segura firmeza de tu marcha
en la resuelta osadía para rechazar las manos.

Te he visto en las frías tardes de diciembre
confundido con los muñecos de nieve
tus manitas también construyeron el fuerte
tu risa y tu llanto nos defiende.

Pronto como tu madre escalarás el abanico;
te veo mirándome de soslayo
escondiendo una sonrisa por lo bajo.

Agazapado te siento con el aliento contenido
y saltas y corres con la fuerza del vikingo
fulminado caes con el leve roce del árbol navideño.

He vigilado tu sereno sueño en la mansedumbre de la noche
he sentido tu insomnio amargo y doliente.

Te veo con la viveza de la ardilla
bravamente desafías el chorro de agua fría
tus manos igual se hunden en la arena
que acarician la "jarrivieja", la jara o la carquesa.

Tu fantasía se pierde en la inmensidad del cielo
cada noche tu sueño recorre un largo camino
vas desde Cagliostro a la Cruz del Sur
de las Cabrillas a las tres Marías
te subes al carro grande
y saltas al carro chico.

Te veo, te siento, te quiero, galopando sobre el abuelo
te veo, te oigo, te quiero, cantando con el abuelo.

"Nanie, nanie, nanie, que enfrente no hay nanie...
nanie, nanie, nanie que enfrente no hay nanie...
nadie, nadie, nadie que enfrente no hay nadie...
a galopar, a galopar, hasta fundirnos con el mar"...

Felicidades Óliver en tu segundo cumpleaños.

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