En los primeros 40 minutos el satélite fue fogueado con la sombra del planeta "Agua", que se convierte en una especie de humo rojizo impresionante, espoleada por miles de caballos galopando por la faz de Luna, enloquecidos, desbocados y asustados por el extraño fenómeno. Posteriormente, el "polvohumo" se apaga y se diluye en niebla transparente y volátil, y comienza la aparición increíble del primer espadón curvilíneo con forma de cuchillo árabe, desgajado como cuando arrancamos de la piña de plátanos un pendiente de tres frutos amarillos moteado de pecas.
Por fin los filos abiertos del sable toman forma de una inmensa rodaja de sandía roja granizada de pequeñas pepitas negras. La rodaja comienza su fase creciente y crece, crece en una lucha entre la negra sombra y el brillante amarillo lunático. Crece, crece el suelo lunar amarillo y limpio. Crece, crece venciendo en una hora lo que en el resto del año le lleva siete días.
El suelo lunar ha quedado fuertemente bañado por el "polvohumo" de oro amarillo. Las ráfagas del "polvohumo" rojo dormirán desde la noche del 16 de junio de 2011, la noche que comenzó con el plenilunio y terminó con ese hermoso eclipse rojizo, hasta el próximo 2018. ¡Dios! ¡Cuánto habría disfrutado mi padre!
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