Segunda y última parte de lección ecológica

- Óliver, hay que despertarse y aprovechar la fresca. Si te levantas rápido pasaremos el viejo puente de tabla antes de que llegue el calorazo. Desde hoy el tío Motila no podrá decirte: "Muchacho, eres tan torpe que ni siquiera sabes el nombre de tus amigos los árboles". Hoy los verás y conocerás cómo son y, por supuesto, yo te diré sus nombres y si se desnudan en invierno o si se quedan con la ropa puesta todo el año.
- Abuelo, los árboles no tienen ropa.
- Ropa no, pero hojas sí que tienen y para mí las hojas es como si fueran su ropa; hay muchos que en otoño se deshojan de su ropa -dijo el abuelo. Prosiguió- Arriba Óliver, te espero en el viejo Golf de tu mamá, convertido en Pick Up descapotable. Iremos en él durante el primer tramo hasta la Cabaca. No te olvides de tu sombrero de las meriendas, que de las cantimploras de vino y de agua me encargo yo.
- Bien, bajo rápido. Estoy deseando ver ese bosque de bosques y esos lugares que me dijiste ayer.

Óliver y el abuelo guardián se disponen a salir de excursión
 

- Este coche tenía techo cuando lo usaba mi mamá. Fue buena idea cortarle el techo, ahora es mucho más divertido viajar al aire libre.
- Sí, pero cuida de tu sombrero, pues con la turbulencia de la velocidad puede salir volando como un colibrí.
- Ya lo sé, eso ya lo sé.
- Óliver, ¿se te ha volado el sombrero o sigue en tu cabeza?
-No, ya he cuidado yo de que no se volara.
- Bien, pues a la sombra de estos manzanos dejaremos el Pick Up aparcado, el camino que nos queda lo haremos caminando. Por la mañana el sol nos dará en la cara, al mediodía caerá a plomo sobre nuestras cabezas y, por la tarde, a nuestro regreso volverá a darnos de nuevo en la cara. Pero, no te preocupes que tendremos muy buenas sombras y, además, para refrescarnos nos bañaremos en el charco de la Embebe.
- ¿Por qué se llama Embebe?
- Cuando estemos en el charco te lo contaré. 

El sombrero de las meriendas

- Estos manzanos que dan sombra al viejo Pick Up son del abuelo José María.
- Yo no lo he visto nunca. ¿De quién es abuelo?
- Es abuelo de tu madre y de la tata María.
- ¿Y mío qué es?
- Sería tu bisabuelo.
- ¿Es como si fuera mi segundo abuelo?
- Sí, más o menos. Lo importante es que estos manzanos dan una sombra excelente al viejo Pick Up y, en septiembre, darán unas manzanas coloradas y riquísimas que, además, duran sanas casi todo el año. Eso se lo debemos a tu bisabuelo, o quizá a tu tatarabuelo, el viejo Parciano.
- Abuelo, aquí hay una poza de agua.
- Sí, es la fuente de la Cabaca. Podemos beber antes de empezar el camino, es un agua estupenda.
- Pero yo veo que tiene algunos bichos que bucean hacia el fondo y vuelven a subir a la superficie.
- Sí, esos bichos nos dicen que el agua está limpia y libre de contaminación. Si estuvieran muertos el agua estaría mala. Conviene que bebamos un buen trago, pues se sabe desde siempre que si bebes un buen trago a primera hora del día, saciaremos la sed para unas cuantas horas. Bebamos, pues, así el agua de nuestras cantimploras nos durará hasta que las volvamos a llenar en la fuente del Ahumado.


- ¿Esa es la fuente que me decías que solo mana en verano?
- Sí.
- ¿Y por qué solo mana en verano?
- Emmm... Tu bisabuelo Paco y abuelo de tu mamá y de la tata María me contó una buena teoría.
- ¿Y qué teoría es esa?
- Me contó que el manantial nace en la parte más alta del Ahumado.
- ¿Qué es el Ahumado?
- Es el nombre del monte.
- ¡Ah!
- Pues mi padre me contó que la fuente o el manantial nace en lo más alto del Ahumado. El agua empieza su recorrido cuando las lluvias del invierno han cebado la fuente y va bajando por la ladera de la montaña formando varios pozos; el último gran estanque es en nuestra viña de uva de Picapoll.
- ¿Picapoll?
- Es una clase de uva blanca que apenas tiene pipos y el hollejo es muy fino. A principios de agosto podremos comerlas de postre. 


- ¿Y hoy no las podremos comer?
- No, están demasiado verdes. Decía que ahí se formaba el último pozo de agua porque ahí  justamente se remansa el monte.
- ¿Qué significa eso de “se remansa”?
- Donde la montaña se remansa y se hace menos pendiente es que hay una pequeña llanura. En ese llano el agua pierde fuerza y se embalsa hasta que el pozo se llena y termina brotando a la superficie. Cuando el agua brota coincide que ya es verano, el manantial en su origen se ha agotado, pero solo en su origen. Los pozos siguen abasteciendo de agua el recorrido hasta el lugar donde la montaña se remansa. Es decir, que el agua que sale en pleno verano empezó su recorrido y el llenado de los pozos en pleno invierno, lo que pasa es que tarda seis meses en recorrer esa distancia y por eso solo mana en verano. Al finalizar el verano la fuente del Ahumado en su trayecto final se seca y, con las lluvias del otoño, comienza a llenarse de nuevo el pozo de lo alto del monte. El recorrido subterráneo vuelve a colmar los estanques y pozos que realizarán una vez más el milagro conocido... Como el de la fuente que solo mana en verano.
- ¿Sabes qué te digo, abuelo?
- ¿Qué?
- Que lo del abuelo de mi mamá es una buena teoría.
- Sí, yo también lo creo.
- Bebamos pues agua aquí en la fuente de la Cabaca, no sea que en la fuente del Ahumado aún no se haya producido el milagro, pues estamos al principio del verano y puede que sea demasiado pronto.
- Y, ¿cómo bebemos si el charco de agua está en el suelo?
- No hay problema. Con una paja hueca de esas hierbas podemos absorber cómodamente, como si estuviéramos bebiendo un refresco de limón en el bar del Álamo o en La Posada del Hidalgo.
- Buena idea, buena idea, pero ese truco ya lo sabía.
- Qué buena está el agua de la fuente de la Cabaca.
- Es verdad, está buenísima.
- Pues ahora a caminar, primero hacia el pinar de la Jara. Pronto notarás el sol que nos dará en plena cara.

"Con una paja hueca de esas hierbas podemos absorber como si bebiéramos un refresco de limón"

- Abuelo, ¿tú notas lo que yo noto?
- ¿Qué notas?
- En este tramo del camino hace más frío.
- Sí, por lo menos dos grados menos.
- ¿Y eso por qué es?
- Yo creo que justamente aquí debajo de nosotros hay una fuerte corriente de agua que mide unos veinte metros de ancho y la humedad que produce el agua subterránea hace que baje la temperatura en esta franja del camino.
- O sea, que por aquí debajo pasa un enorme río subterráneo.
- Más bien un gran lago estancado.
- Tiene más lógica, pues si fuera un río saldría en alguna parte y se sabría. Además, por donde pasara ese río notaríamos como notamos aquí el frío. En cambio, el lago estancado no tiene salida y puede que sirva para abastecer los pozos de los huertos que hay por esta zona.
- ¿Y cómo sacan el agua de esos pozos los señores de los huertos?
- Los más ricos tienen una noria, los más pobres un cigüeñal.
- ¡Un cigüeñal! ¿Cómo es un cigüeñal?
- Pues es un artilugio muy sencillo. Si hoy no vemos ninguno en casa te construiré uno pequeño para que veas su funcionamiento. 


- Mira, Óliver, este pinar pertenece al abuelo de Inés y Laura. Los pinos no se desnudan, siempre tienen hojas. En invierno caminar por un pinar es algo cálido y agradable, parece que anduvieras sobre una alfombra blanda y suave que, en verano, se reseca, se vuelve crujiente y resbaladiza. El sol se ensombrece y el aire del pinar se vuelve fresquito. Caminar por un pinar en verano es pasear entre el mejor aire acondicionado del mundo. A los lados del pinar tenemos dos bosques de madroños, que es el árbol de Madrid. Da un fruto que le gusta mucho a los osos; en la Puerta del Sol de Madrid hay una escultura de un oso erguido sobre sus patas traseras para alcanzar los frutos. Aquí tienes dos hermosos árboles, un sauce y un fresno. Estos sí se desnudan, son nobles y su madera durísima. Los egipcios las utilizaban para los yugos de sus carros. 

Oso y madroño en la Puerta del Sol

- ¡Yugos! ¿Qué es un yugo?
- Hace años la gente utilizaba carros tirados por dos vacas o dos bueyes. De una rama potente del sauce o del fresno fabricaban el yugo, que se colocaba en la parte delantera del cuello y se enganchaba al timón central del carro que pasaba entre los dos animales amaestrados. Una vez enganchados, tiraban para transportar la carga. La madera del sauce y también la del fresno, por su dureza, resisten perfectamente sin romperse. Ahora veremos los castaños, los robles, y algunas hayas y junto al río los álamos, chopos, alisos; también algún tilo. Estos árboles son como los aristócratas de la naturaleza, altos y de copa voluminosa; cruzar un castañar a finales de octubre y noviembre tiene su peligro, puedes recibir más de un castañazo. Repentinamente y sin avisar, caen los erizos que, en su interior, contienen las castañas que tanto le gustan a tu mamá. Si te da un erizo con sus castañas dentro recibes un buen castañazo...
- Has dicho que éste se llama roble, así se apellida mi mamá, a lo mejor mi madre antes de ser mamá fue un roble.
- Jeje, no lo había pensado pero, ahora que lo dices, creo que tu madre fue un buen roble tan grande como el que hay cerca de tu casa de Suecia.

"A lo mejor mi madre antes de ser mamá fue un roble".

- Ahora vamos a llegar al puente de tabla y por el cruzaremos el río San Benito. Aprovecharemos para darnos un chapuzón, pues el sol ya calienta bastante. Ahí nos refrescaremos y luego continuaremos hacia el Ahumado. Nos espera una larga pendiente hasta la fuente milagrosa.
- Abuelo, el puente cruje como si fuera a derrumbarse.
- No hay problema, lleva muchos años quejándose pero siempre resiste, incluso soporta el peso de dos caballos a la vez. Cuando estemos en la mitad del puente nos lanzaremos al agua, tenemos un buen charco, tiene más de dos metros de profundidad. 


- Qué bueno, qué bueno. Y, ¿el charco de la Embebe es como éste?
- No, el de la Embebe está en el río Francia y es mucho más largo y ancho que éste. Tiene muchos peces, este río no tiene sin embargo, y desemboca en el río Francia.
- ¿Por qué este río no tiene peces?
- Pues… es un misterio, pero creo que es porque en los veranos de mucha sequía el río se seca, y si no hay agua no puede haber peces.
- ¿Y el río Francia va al mar?
- Sí, pero con la ayuda del río Alagón.
- No entiendo eso de la ayuda del río Alagón.
- Es fácil. El San Benito va al Francia, el Francia al Alagón, el Alagón creo que al Tajo y éste, que es el más grande, se los lleva a todos al mar. Por eso lo de la ayuda.
- Entonces, si nosotros seguimos caminando por el río sin dejarlo, ¿llegaríamos también al mar?
- Ahora que lo dices, sería una bonita excursión y una maravillosa forma de llegar al mar.
- Bueno, creo que debemos salir del agua y reemprender la marcha hacia el Ahumado.
- No tenemos toalla y tendremos que secarnos al sol.
- Eso está chupado.


- Abuelo, cuando salía he visto una culebra de agua, por lo menos medía metro y medio.
- ¿Has pasado miedo?
- No, las culebras de agua son inofensivas.
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo hemos estudiado en el colegio en Suecia.
- Y, ¿os han dicho lo que comen?
- Sí, comen muchos insectos y algunas ratas y topos, pero sobre todo insectos.
- Entonces son beneficiosas para la naturaleza.
- Sí, casi todos los animales son beneficiosos para la naturaleza –hizo una pausa para pensar y retomó la palaba–; los cuatro árboles que vimos antes, ¿los cuatro se desnudan?
- Sí, los cuatro pierden sus hojas en invierno. Ahora veremos un inmenso alcornocal. El alcornoque es un árbol muy especial: no pierde la hoja pero puede desnudar el tronco y sus ramas más gordas. Se le puede quitar su piel de corcho. El alcornoque produce el corcho, que se utiliza para hacer los tapones de las botellas de vino y cava. También para insonorizar los estudios de música y hace muchos años se usaba para hacer las casas de las abejitas.
- ¿Las abejas que dan la miel?
- Sí.
- ¿Y cómo se hacían esas casitas?
- Es bastante fácil. Solo hay que conseguir las dos mitades del corcho que rodean el tronco del alcornoque y juntarlas en la misma forma que cuando abrazaban al árbol. Luego se fabrican dos tapas redondas: una para la parte del tejado y otra para el suelo. Se sellan bien con abundante resina de pino resinero para que no entre el agua de la lluvia y ¡ya tenemos una casa lista para una reina y sus abejitas! También hay que hacer una pequeña puertecita en la parte de abajo de la casa para que entren y salgan las abejitas.
- Me gustaría ver una casita de esas.
- Mañana la buscamos en internet, seguro que ahí están las antiguas y las modernas. Ahora son de madera y el tejado es de chapa de cinc.
- ¿Y cuáles son mejores?
- Creo que las de ahora son mejores, pero a mí me gustaban más las artesanas del corcho de los alcornoques.
- Yo también las prefiero.

Colmena tradicional de corcho

- ¿Queda mucho trozo para llegar a la fuente del Ahumado?
- Ya tienes hambre, ¿verdad?
- Sí, bastante, tengo ganas de sentarme a comer.
- En quince minutos estaremos en la viña del Ahumado. Nos espera un buen almuerzo y una preciosa vista. 
"Tengo ganas de sentarme a comer"

- Bien ya hemos llegado, nos sentaremos a la sombra de la higuera que está al lado de la fuente que solo mana en verano.
- Abuelo, la fuente aún no ha brotado, la tierra está completamente seca.
- Es verdad, es demasiado pronto. Es una pena, pero más pena es que las uvas de Picapoll estén demasiado verdes. Tendremos que volver más adelante si queremos comer uvas y beber agua de la fuente veraniega. –Tomó un respiro y siguió–. Primero pondré la tabla para cortar el salchichón, el jamón, el lomo y los tomates. Luego comeremos un par de latas de caballa y, para terminar, un par de empanadillas y un poco de tortilla española. Con el hambre que tenemos nos pondremos como el pipo. –Óliver se echó a reír–. ¿De qué te ríes?
- De ese nombre que has dicho al final. Eso del pipo.
- Si te digo la verdad, después de comer esta naranja, ahora ya estoy igual que el pipo.
- Jejeje, y yo también.
- Bien, dormiremos un rato antes de emprender el camino hacia el charco de la Embebe.
- Tengo muchas ganas de saber por qué se llama Embebe. Estoy intrigado.
- Pronto te lo contaré, cuando estemos dentro bañándonos de nuevo.
- Ahora vamos a dormir un poco, nos vendrá bien.

… 

Pepanpapapee pío, pío, pío...
Pepanpapapee pío, pío, pío... Pepapaape pío, pío, pío…

- Abuelo, ese pájaro que canta parece que nos dice algo así como: “Levantatetee, feo, feo, feo..., levantateteee, feo, feo, feo...”.
- Sí, es un buen despertador.
- Síííííí... haaaaaa miiiiihhhhh… también me lo parece. Será mejor que nos levantemos y emprendamos la marcha.
- Ahora será más cómodo pues el camino es cuesta abajo.
- ¿Ves aquella hilera de chopos?
- Sí.
- Pues son los chopos y demás árboles que hay a las dos orillas del río Francia, allí donde más verdes y altos son, justamente allí está el charco de la Embebe.
- Es bonito ver todo esto desde aquí arriba.
- Mira, ahí en esa viña hay un buen ciruelo que da unas ciruelas muy ricas, entra y coge unas cuantas, nos vendrán bien de postre, son ciruelas claudias.
- Están buenas, ¿verdad?
- Sí, buenísimas. 

"¡Qué ciruelas tan ricas!"

- ¿Te queda agua en la cantimplora?
- Sí, aún me queda bastante. Es verdad que el agua de la Cabaca sacia la sed durante muchas horas.
- Hicimos bien en beber allí.
- Mira, abuelo, mira: ¡un conejo, un conejo!
- Sí, es verdad, tiene las orejas bien tiesas y grandes.
- Es bonito, ¿verdad?
- Seguramente tiene más hermanos en su madriguera.
- ¿Madriguera? ¿Qué es la madriguera?
- La madriguera es una pequeña cueva que excavan los conejos en la tierra y que le sirve de refugio y casa para tener sus crías y esconderse durante el día. Por la noche salen a comer y alimentarse sin tanto peligro como durante el día. Por la noche no son atacados por las águilas, los buitres y demás aves rapaces. Por eso gran parte del día se la pasan en la madriguera. Ahí están a salvo de muchos peligros. El mayor… ¡el de los cazadores furtivos!
- ¿Cazadores furtivos?
- Sí, son personas que cazan en el tiempo que marca la veda.
- ¿La veda?
- La veda es el tiempo que los animales necesitan para hacerse grandes y volver a ser madres de otros conejos. Si los matamos antes, desaparecería la madre y se acabaría con los conejos pequeños y en pocos años con toda la especie. Afortunadamente la caza furtiva está muy penalizada y mal vista por los cazadores buenos y leales, así que ya casi no existen cazadores furtivos. Así que si se respeta el tiempo de la veda, la especie está garantizada para siempre.
- Sí, sí. 

"La madriguera es una pequeña cueva que excavan los conejos y le sirve de refugio y casa"



- Bueno, por fin ya estamos en el charco de la Embebe.
- Este río lleva bastante agua, es más grande que el río San Benito.
- Sí, pero este río tiene muchos peces, y en la parte alta de San Martín tiene truchas, que son muy ricas. Aquí tienes que tener cuidado, pues el agua que tiene peces deja una especie de grasa sobre las piedras que las hacen muy resbaladizas y puedes caer con mucha facilidad.
- Es verdad, en el río San Benito no hay peces y allí las piedras no resbalaban como estas. Este río es mucho más divertido.
- Pero más peligroso, no te confíes, recuerda que tenemos que volver hasta el Pick Up que está en la Cabaca.
- Vamos a nadar unos cuantos largos que el agua está fenomenal.
- ¡Vamos! Y luego me cuentas por qué se llama Embebe.


- Ah... ah... ah…
- ¿Cansado, eh?
- Sí, sí.
- Vamos a descansar sobre esa roca. Ahí arriba estaremos bien y veremos los peces con facilidad. Además, te diré, Óliver, por qué se llama el charco de la Embebe. Parece que el nombre Embebe se debe a un fenómeno natural que sucede todos los otoños. Como puedes ver el charco está rodeado de chopos, alisos, robles, castaños, fresnos, sauces, nogales, moreras de hoja grande, higueras, espinagatos, endrinos, carrascos, álamos, madroñeras gigantes... Prácticamente todos estos árboles son de los que se desnudan al llegar el otoño. Como el charco está completamente llano, las hojas caen al agua y cubren toda la superficie como si fuera una alfombra de hojas. Pareciera como si los árboles quisieran enterrarse a sí mismos y, como si fuera un truco de magia, todo el suelo queda cubierto y embebido por las hojas. Así, no se sabe dónde está el agua blanda, que queda oculta e invisible, y dónde el suelo duro. Más de uno ha caído en el charco pensando que caminaba por tierra firme. Por eso nuestros antepasados se advertían unos a otros del peligro. Cuando alguno decía: “Mañana voy al río Francia”. Enseguida le avisaban –y puso voz grave y misteriosa, como de leyenda–: “Ten cuidado que parece que las hojas se han bebido todo el agua del charco. Te puedes caer y llevarte un buen remojón en el charco embebido”. ¡Fin! Por eso se llama charco de la Embebe. 

"Ahí arriba estaremos bien y veremos los peces con facilidad"
- Yo no le habría puesto ese nombre.
- ¿Qué nombre le habrías puesto tú?
- Lo habría llamado charco de la Trampa.
- ¿Y por qué charco de la Trampa?
- Porque si todo está cubierto de hojas es como si fuera una trampa fabricada para cazar osos.
- Ciertamente, ciertamente, ese nombre quedaría bien.
- Me gustaría verlo en ese tiempo, debe estar precioso.
- Si tenemos ocasión vendremos a verlo y le haremos fotos. Creo que si puedes venir de Suecia en el próximo otoño, lo primero que haremos será venir a verlo.

"Me gustaría verlo en otoño, debe estar precioso"


 Creación de Mónica, "Mamá Roble", del Charco de la Embebe

- Ahora debemos salir y continuar el camino. Tenemos que ver el Molino de la Regajera y tomarnos una merienda allí, un buen helado. Ahora ese molino es un bar restaurante, pero han conservado el viejo molino.
- ¿Podremos ver cómo era el molino?
- Claro que podremos. Será muy interesante.
- Mira, ya se ve el viejo molino. Aquí está la presa que desvía el agua hacía el canal que la conducía al molino. Primero nos tomaremos la merienda y el helado y luego veremos todo el molino.
- ¿Lo veremos funcionar?
- No, tendremos que imaginar su funcionamiento.
- Qué bueno está el helado.
- De primera en primera. Jejeje... Vamos a ver el molino, tenemos que subir por esas escaleras de caracol. Arriba veremos el punto exacto donde se inicia la cascada de agua que golpea con fuerza sobre la piedra base que hará girar a las piedras trituradoras de grano. Desde arriba veremos todo el molino, el casetón que servía de almacenaje del trigo y de las herramientas necesarias. Ahora es utilizado de bar restaurante, pero todo fue un auténtico molino movido por la fuerza del agua. 


- ¿Te ha gustado?
- Mucho, abuelo, mucho.
- Va siendo hora de regresar, nos queda un buen trecho que caminar.
- ¿Regresaremos por el mismo camino?
- No, regresaremos por otro para que veas el hayedo del Monte del Pico.
- Hayedo, ¿qué es un hayedo?
- Es un bosque de árboles que se llaman hayas. Por eso lo de hayedo.
- Y, ¿cómo se llama el fruto del haya?
- Jejeje. Este árbol no da fruto, solo da madera, oxígeno, sombra y refugio para muchos animales y aves de la naturaleza. Además el bosque de hayas es uno de los bosque más bonitos. En otoño sus hojas caedizas se tornan doradas antes de su solemne desplome dejando el suelo como si fuera de oro. Algo increíble, precioso...
- Recuerdo que esta mañana dijiste que por la mañana nos daría el sol en la cara y que, al regreso por la tarde, nos seguiría dando en la cara.
- ¿Quieres saber por qué?
- ¡Claro!
- Pues muy sencillo. Por la mañana caminábamos hacía el este, que es por donde sale el sol. Por la tarde hacía el oeste, por donde se oculta. Por la mañana íbamos a su encuentro y por la tarde lo perseguimos. 

"En otoño sus hojas caedizas se tornan doradas antes de su solemne desplome dejando el suelo como si fuera de oro"

- Mira, abuelo, ya veo el viejo Pick Up. Tengo ganas de volver y contarle a "Mamá Roble" todo lo que he visto y aprendido.
- Ya queda poco, beberemos agua en la fuente de la Cabaca y regresaremos a casa. ¿Te ha gustado la excursión ecológica?
- Mucho, mucho, mucho...
- Creo que esta excursión debemos repetirla al final del otoño. Quiero ver el hayedo con sus hojas doradas y su suelo de oro, quiero ver el charco de la Embebe, embebido y mágicamente oculto como si no existiera, como si fuera una enorme trampa para cazar osos. Quiero beber agua de la fuente que solo mana en verano y quiero comer las uvas de Picapoll que apenas tienen pipos y el hollejo fino, las uvas blancas de la viña del Ahumado.
- ¿Tienes sed?
- Bastante, bastante.
- Pues bebamos de nuevo del agua de la fuente de la Cabaca. Ahora que ya hemos bebido, sube al viejo Pick Up y ten cuidado con tu sombrero no vaya a salir volando como un colibrí.
- Ya lo sé, abuelo, ya lo séeeee...


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