He visto el erizo al lado de Óliver y de Amaya. Lo he
bautizado con el nombre de Cingulo. Me ha recordado los versos que el
poeta inglés, Philip Larkin, escribió en 1979 cuando las filosas
paletas de su cortacésped, un Qualcast Commodore, atraparon algo más que
hierba. Indignado y lleno de remordimiento escribió:
"El cortacésped se atascó dos veces; me arrodillé. Hallé un erizo aplastado contra las filosas cuchillas. Muerto.Vivía entre la hierba sin cortar. Lo había visto antes, alguna vez le di de comer.
Ahora yo había destruido su inofensivo mundo. Irremediablamente. El entierro no sirvió de nada: al día siguiente yo me levanté y él no. El primer día tras una muerte, la ausencia es siempre la misma; deberíamos llevar cuidado. Unos con otros, sed amables, sed amables, mientras estemos a tiempo".
Ahora que Cingulo vive entre la hierba sin cortar, tened cuidado,
sed amables, avivad el ojo, sobre todo en las zonas en las que intuyáis que
puede vivir el entrañable erizo.
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